Hace
unos días estuve en un almuerzo con amigos del colegio con quienes me reúno con
frecuencia. Como era de esperar, el tema de la conversación fue el de las elecciones del
domingo. Se dijo de todo pero el mensaje que quedó fue que si ganaba Humala este país se
iba al demonio. Que con Humala se perdería lo que hemos avanzado en los últimos 20 años, que con
Keiko regresaría el fujimorismo, que PPK no es sino la derecha de siempre ahora disfrazada,
y de cuanto hay se dijo.
No me
parece que Keiko sea responsable porque su padre haya mandado a matar terroristas, así
como tampoco veo que Ollanta Humala lo sea por la matanza de policías que hizo su hermano
en Andahuaylas.
Al
comenzar los años 90 el Perú afrontaba adversidades múltiples. Una inflación de 3 mil por
ciento anual. No le pagábamos deudas a nadie, el mundo financiero nos tenía arrinconados en un
hueco negro. Los terroristas tumbaban torres de alta tensión por todas partes, los
apagones se daban a diario, frecuentes bombas en el centro de Lima tumbaban bancos y
viviendas, secuestraban y ejecutaban a generales y almirantes, Abimael Guzmán se aprestaba
a tomar Lima pues ya controlaba la mitad del país.
En
las elecciones del 90 compitió el renombrado novelista Mario Vargas Llosa con Alberto Fujimori,
un ignoto nisei rector de la Universidad Agraria. Gana Fujimori y al tomar el gobierno se topa
con un panorama desolador, con muchos frentes. Entonces opta por identificar al
enemigo mayor, Abimael Guzmán, y lleva al Estado Peruano a una guerra contra Sendero
Luminoso que termina ganándola.
Adjunto
un documento que compara lo que tuvo que hacer el Reino Unido en los años 40 con lo que hizo el
Perú en los años 90 y lo hago para los que ahora andan diciendo que si el domingo gana Ollanta
Humala, todo está perdido y también para los que temen un triunfo de Keiko
Fujimori.
No,
señores, gane quien gane el domingo, nada estará perdido. Lo que enfrentaron los británicos hace
medio siglo fue infinitamente mayor a lo que hemos enfrentado y seguiremos enfrentando nosotros,
y salieron adelante y ahí va Gran Bretaña, avanzando como el gran país que es y nosotros
saldremos igual.
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Nota
bene, al poner esta nota, no puedo dejar de sentirme orgulloso de mi abuelo nacido en
Londres.
Perú sí tiene
futuro
La familia real aún estaba en la tormenta de la opinión pública tras la
abdicación de Eduardo VIII. Los Laboristas acusaban al gobierno conservador de tolerante ante
la liberalización de las importaciones y la consiguiente pérdida de empleos en casa, mientras
los sindicatos se lanzaban a las huelgas. Lázaro Cárdenas había ocasionado serios daños a los
intereses británicos con la expropiación del petróleo en México y creaba un peligroso
precedente para los países árabes en donde los británicos tenían mayores propiedades. Jinnah
y Gandhi avanzaban hacia la independencia de una India partida e impredecible. Se perdía la
joya de la corona.
¿Era la República Española la legalidad democrática que deseaban los
británicos o era el afianzamiento del comunismo?
¿Era Franco el defensor de los valores occidentales o un Führer en potencia? Mussolini había invadido la Abisinia y amenazaba las
colonias británicas de África, luego invadía Albania. Hitler había entrado a la zona desmilitarizada de Renania,
luego anexaba Austria y los Sudetes y proclamaba el futuro milenario del Tercer
Reich.
Japón, que había invadido China,
mostraba franca hostilidad hacia Hong Kong y no ocultaba su apetito por Singapur, Birmania y
por la propia India. José Stalin tampoco disimulaba sus intenciones de expandir el comunismo
al mundo entero y Molotov firmaba con von Ribbentrop el pacto germano-soviético. Hasta en la
vecina Irlanda, con las heridas aún abiertas de su independencia, Eamon de Valera miraba a
Alemania con mayor simpatía que a Inglaterra.
Ese era el panorama que se le presentaba al gobierno británico al finalizar la
década de los treinta. Tenía más frentes de los que podía atender, cuan difícil les era saber
qué hacer, por dónde comenzar. En el gabinete
que presidía Neville Chamberlain había un conspicuo miembro como Lord del Almirantazgo, y si
bien nunca se sabrá, parece que fue él, Winston Churchill, quien redactó el mensaje con que
Jorge V, el 3 de Septiembre de 1939, se dirigiera a su nación en los siguientes
términos para anunciarle la declaratoria de
guerra al Tercer Reich:
"... por todo lo que nosotros
queremos de nuestra patria, por el respeto al orden y a la paz en el mundo, es impensable que
no afrontemos el reto [de terminar con el nazismo]. Es por esta alta causa que ahora llamo a
mi pueblo y a los pueblos del mundo a que hagamos causa común ante el enemigo común... la tarea será dura, habrá días obscuros por delante y
la guerra no se podrá confinar al campo de batalla. Sólo nos queda hacer lo debido tal como
nos lo han enseñado y confiar nuestra causa a Dios. Si todos y cada uno de nosotros nos
mantenemos firmes y dispuestos a cualquier sacrificio, entonces con la ayuda de Dios
saldremos adelante."
En esas tan difíciles circunstancias, el Reino Unido tomó una trascendente
decisión que la historia confirmaría como la más acertada, tal vez como la única
posible: supo reconocer al verdadero adversario y se enfrentó al nazismo con todo lo
que tuvo, sin otro propósito que derrotarlo a como diera lugar, dejando todo lo demás, por
duro que fuere, para después. Cuando Churchill fue nombrado primer ministro en Mayo de 1940, le dijo a su pueblo: "nada tengo que ofrecerles sino sangre, sudor y
lágrimas" y proseguía "combatiremos al enemigo
en donde esté, lo combatiremos en las playas, lo combatiremos en las calles, y si fuere
necesario, lo combatiremos en nuestras casas, pero jamás nos rendiremos". El verdadero enemigo había sido reconocido, era el nazismo
con Hitler a la cabeza, y mientras no estuviera totalmente derrotado, era inadmisible abrir
frentes secundarios.
A inicios de los 90 fuimos a ver los daños que causó una bomba en el corazón
comercial de San Isidro donde estaba mi oficina. Aparte de verificar los estragos de la
guerra, comprobé una vez más lo mal preparados que estábamos para enfrentarla. Un amigo que
andaba por ahí dijo que eso no era obra de
Sendero sino del Apra porque era cumpleaños de Alan García. Pensé en el regocijo que deberían
sentir los senderistas cuando veían que sus incursiones bélicas se las endosan a otro. Un
tanto como sentirían los alemanes si los ingleses hubieran culpado a los nacionalistas
irlandeses por las bombas que cayeron sobre Londres el 14 de Octubre de 1940, ya que ese día
era el cumpleaños de Eamon de Valera.
Difícil en verdad era imaginar a la corte de justicia británica, en plena
guerra, diciendo no encontrar causa para condenar a Adolfo Hitler por sus crímenes. Sin
embargo, nuestra Corte Suprema peruana no encontró causa para condenar a Abimael Guzmán por
los suyos. Tampoco es de imaginar que se hubiera
permitido una asociación de abogados ingleses
dedicados a defender a nazis capturados, como a Rudolph Hess, segundo de Hitler. Sin embargo,
aquí en Lima permitimos una asociación de Abogados Democráticos dedicada a defender a Osmán
Morote, segundo de Guzmán. Quién podría imaginar a un periódico inglés alabando a los nazis
del Ejército Weser al ocupar Noruega y luego decir que Vidkum Quisling era un
patriota. Sin embargo, aquí permitimos a El
Diario de Marka celebrar un combate senderista y decir que el camarada Marcelo fue el
artífice de la victoria.
No tenía sentido que en plena guerra estuviésemos gastando energías para
reconocer a Fujimori o a San Román como presidente. Aquí, nuevamente, imagino al otro
‘presidente’, a Gonzalo, en un franco regocijo al ver a su enemigo peleándose entre sí. No
era el momento de ponernos a debatir si Fujimori era constitucional o no, pues había sido
elegido con la constitución del 79 que era nula porque fue convocada por un dictador. Esas no
eran las urgencias del país. Tampoco era el momento para pensar si en el 95 sería presidente
García, Barrantes o Vargas Llosa, si seguíamos así, no llegábamos al 95 para elegir a nadie.
Es como si en Agosto de 1940 los ingleses se hubieran ocupado en discernir entre Atlee,
Churchill o Sinclair, más que a prepararse para la Batalla de Inglaterra que se
avecinaba.
Inglaterra se alió con Rusia para combatir al nazismo; cedió ante Ghandi y
Jinnah, les prometió la independencia y a cambio recibió tropa para defenderse de Japón; pasó
por alto la pérdida de su petróleo en México; ignoró el fascismo de Franco y el nacionalismo
irlandés; hasta ridiculizó a la Italia fascista al llamarla 'el suave vientre de
Europa', y por ahí la atacó. Buscó y logró el ingreso de los EE UU a la guerra, derrotó
a la Alemania Nazi y exterminó a todos sus cabecillas.
En situaciones complejas, ante la presencia de muchos frentes como se le
presentaron a Inglaterra y se le presentaron a Perú en los 90, es vital apuntar al verdadero
enemigo y combatirlo en todos los frentes hasta su derrota integral. Perú tenía que tomar la
plena conciencia que estaba en guerra y que la única forma de salir adelante era ganándola, y
así debimos explicárselo al mundo, para que nos diera su apoyo al igual que lo hizo con
Inglaterra 60 años antes.
Medio siglo después, la historia nos enseña que Inglaterra hizo
bien. Terminada la guerra hubo elecciones,
perdió Churchill, el héroe de la guerra, ganaron los laboristas con Clement
Atlee. Hoy Inglaterra ya no tiene imperio
colonial pero su pueblo vive mejor a cuando lo tenía. Hoy está mancomunada con Irlanda,
España, Alemania e Italia en una próspera Unión Europea. La amenaza de la expansión comunista pasó y la URSS ya no
existe. La India y Pakistán son naciones
independientes y comercia bien con ellas. Tiene
en el Mar de Norte cien veces mas petróleo del que perdió en México.
Felipe de Lucio
Abril de 2011
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