Harpers Monthly Magazine: 1912
Arando en el valle de Urubamba - Una parada para
desayunar
EL DESCUBRIMIENTO DE MACHU
PICCHU
THE DISCOVERY OF MACHU PICCHU
Por: Hiram Bingham, Ph.D.,
F.R.G.S.
Director de la Expedición Peruana de
Yale
Uno de los principales problemas que afrontó la Expedición Peruana de Yale
de 1911 fue la pregunta, si el joven Manco Inca, escapando de los soldados de Pizarro y estableciéndose en la selva de Vilcabamba,
había dejado algún rastro en forma de ruinas como
palacios y templos. Entonces nosotros fuimos preguntando a todos si sabían algo sobre
eso.
Esto fue conocido por algunas personas en Cuzco, principalmente residentes
de la provincia de la Convención, que habían ruinas, todavía no descritas, en el valle
de Urubamba. Un amigo nos contó que un arriero le había contado de unas ruinas cerca al
puente de San Miguel. Sabiendo la propensión de su
coterráneos para exagerar, le puso poca confidencia en el reporte, y había pasado por el
lugar tantas veces sin tomarse la molestia de investigar el asunto. Otro amigo, que era dueño
de una plantación de azúcar en el rio Vilcabamba, dijo que él también había escuchado rumores
vagos de las ruinas. Estaba muy seguro de que había algunos cerca de Pucyura, a pesar de
haber estado allí y nunca había visto ninguna. Por fin, un viejo vendedor ambulante dijo que
habían ruinas “más finas que Choqquequirau” hacia
el valle, en algún lugar. Pero como nunca había estado en Choqquequirau, y nadie puso ninguna
confianza en su palabra, de todos modos, nosotros solo podíamos esperar que hubiera algún
motivo por su entusiasmo. Finalmente, hubo una historia en la pintoresca pero poco confiable
obra de Wiener Perou et Bolivie, cuando
estaba en Ollantaytambo en 1875 o por ahí, fue dicho que había interesantes ruinas, rio
abajo, en el valle de Urubamba en “Huaina-Picchuo Matcho-Picchu” (sic). Wiener decidió ir
hacia el valle y mirar por ellos, pero, debido a una razón u otra, el no pudo
encontrarlos. ¿Deberíamos tener más éxito que
él?
Salimos de Cuzco a mediados de Julio de 1911. El segundo día nos llevó al
romántico valle de Ollantaytambo. Squier lo describió en elogiosos términos años atrás, y no
había perdido nada de su encanto. Los maravillosos megalitos de la antigua fortaleza, los
curiosos edificios de dos aguas posados aquí y allá
en las peñas casi inaccesibles, los magnificentes andenes (terrazas), donde las abundantes
cosechas aún se recogen, se mantendrán por siglos en adelante como monumentos
a la energía y la habilidad de una raza ida. Ahora
generalmente se cree, que los más pequeño edificios, llenos de nichos, hechos de pequeñas
piedras asentadas en arcilla y cubiertos con una forma de estuco, fueron obra de los incas y sus súbditos. Por otro lado, las
gigantescas rocas cuidadosamente unidas para formar las defensas de la fortaleza misma,
probablemente precedieron a los incas y como las paredes ciclópeas de la fortaleza de
Sacsahuaman cerca a Cuzco, fueron puestas en posición por un pre-Inca o gente megalítica
quien puedo haber construido Tiahuanaco en Bolivia.
En todo caso, tanto Cuzco y Ollantaytambo
tienen la ventaja de ser los sitios de una civilización muy antigua, ahora envuelta en
romance y misterio. El clima y altitud (11,000 pies) de Cuzco le priva de un entorno
acogedor, pero aquí en Tambo, como lo llaman los nativos, hay de todo para agradar a la
vista, como campos cultivados verdes, flores-jardines y arroyos a la sombra de sauces y álamos, magníficos precipicios coronados
por glaciares y picos nevados. Sin duda, esto merece ser un lugar de
peregrinación.
Después de un día o dos de descanso y lucha difícil a lo largo de
los acantilados a los diferentes grupos de ruinas,
fuimos rio abajo del valle de Urubamba hacia el noroeste. La carretera se bifurca a una legua de la fortaleza. El ramal derecho sube
la cuesta del valle y cruza un paso cubierto de nieve cerca de las ruinas de Havaspampa y
Panticalla, poco conocidas y relativamente sin importancia. Dos leguas más allá de la bifurcación, el
rio de Urubamba corta su camino a través de los precipicios. Esta es la puerta natural de entrada a la antigua provincia de Vilcabamba.
Esta puerta fue prácticamente cerrada durante siglos por el combinado esfuerzo de la
naturaleza y el hombre. Los peligrosos rápidos del rio eran intransitables, pero los
precipicios en el lado norte con un esfuerzo considerable pueden ser escalados. De hecho, el
antiguo camino en la provincia, aparentemente se extendía sobre los precipicios. De acuerdo a
esto el hombre había construido en los pies de los precipicios una pequeña pero potente
fortaleza, Salapunco, casi como Sacsahuaman, pero solo con cinco salientes y ángulos
reentrantes. El acantilado fue defensivamente reforzado por paredes, habilidosamente
construido en estrechas cornisas.
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Una vista a través de los campos de trigo y las montañas al norte de Yucay
Salapunco ha estado desocupado durante mucho tiempo. Mi primera impresión
fue que se construyó aquí para defender al valle de Ollantaytambo de los enemigos que vienen
de los valles del Amazonas. Más tarde llegué a la conclusión de que tenía la intención de
defender el valle de los enemigos que venían de Ollantaytambo. Como una obra monolítica de
este tipo no podía en la naturaleza de las cosas ser construida por Manco Inca cuando este
huía de los españoles, y su estilo completo y
carácter parecen ubicarlo junto a las bien - conocidas estructuras monolíticas de Cuzco y
Ollantaytambo, parecía aún más extraordinario que debería haber sido colocado como defensa
frente a esa misma región. ¿Podría ser que fue construido por gente megalítica con el fin de
defender un posible sitio de retiro en Vilcabamba? Hasta ahora nadie había encontrado o reportado ningún resto megalítico que este más
abajo en el valle. De hecho Squier, cuyo Perú por una generación ha sido el trabajo estándar en arquitectura Inca, ni
siquiera parece haber oído hablar de Salapunco, y Markham no hace mención de esto. Nunca se
nos ocurrió que en la caza de los restos de esos palacios como Manco Inca tuvo la fuerza y
tiempo para construir nosotros estábamos a punto de encontrar restos de un
pasado mucho más remoto, ruinas que nos explicarían por qué la fortaleza de
Salapunco fue levantada para defender Vilcabamba y
no del sur contra Vilcabamba y los salvajes de la selva
amazónica.
Pasando Salapunco, bordeando los precipicios entramos a una región más
interesante, donde continuamente quedamos encantados por la
presencia de la antiguas terrazas, la longitud de
los grandes andenes, la grandeza de las montanas cubiertas de nieve, y la belleza del valle
profundo y angosto.
Al día siguiente continuamos por
el valle por otras veinte millas. Y que valle!
Mientras no tan grande como el Apurímac, cerca de Choqquequirau, ni tan
exquisito como los valles cultivados más elevados
de los Alpes, el gran cañón del
Urubamba desde Torontoy hasta Colpani, a una distancia cercana a treinta millas, tiene pocos
iguales en el mundo. Carece de la accidentada y robustez del macizo de las Montañas
Rocosas de Canadá y de las románticas asociaciones del Rhine, pero no conozco
ningún lugar que se pueda comparar con ella en la variedad y el
despliegue de su encanto. Esta no solamente tiene picos
nevados, precipicios de granito solido encimándose
miles de pies de altura desde los bulliciosos arroyos y la gran belleza normal del profundo
cañón
serpenteando a través de las montañas de increíble altitud, pero es añadido a este misterio
de la densa jungla tropical y el romance del siempre presente restos de una raza
extinguida.
Sería una historia aburrida,
llena de repeticiones y superlativos, si yo fuera a tratar de
describir las innumerables terrazas, los acantilados, el panorama en
constante cambio, con la selva en el primer plano y los glaciares en el
fondo. Incluso la llamada carretera llegó a ser un poco monótona, a
pesar de que corre imprudentemente arriba y abajo de las gradas rocosas, a
veces cortado el lado del precipicio, y otras corriendo sobre puentes
frágiles impregnados en soportes contra los acantilados de granito sobre los remolinos
de las corrientes. Hemos hecho un progreso lento, pero vivimos en país de
las maravillas.
Con que dolores exquisitos
hicieron los Incas, o sus predecesores, rescatar del río estrechas franjas de tierra cultivable! Aquí la
gente prehistórica construyó un muro de contención de
piedras grandes a lo largo del borde de los rápidos. Allí ellos
amontonaron terraza sobre terraza hasta ser parados por una pared solida
de roca. En esta vista panorámica de la curva del río, donde hay una
particular bonita vista del alto y bajo del valle, ellos construyeron
un templo accesible por una escalera de piedra. En ese
aparentemente insuperable acantilado, ellos construyeron paredes inaccesibles, por
lo que actualmente como bien esto parece, impenetrable. Ellos plantaron los
niveles más bajos con plátanos y coca, y también yuca, ese pequeño y
extraño árbol cuyas raíces lo hacen un suculento vegetal. En las terrazas más
altas cultivan maíz y papas.
Por la tarde pasamos por una
cabaña llamada La Máquina, donde los viajeros frecuentemente se quedan
por la noche. Hay algo de pasto aquí,
pero la densidad de la selva tropical, la inclinación de las
montañas, y la escasez de tierra nivelada hacen la vida muy precaria. Llegamos
a Mandorpampa, otra choza con techo de paja, alrededor de las cinco en
punto. El paisaje y la carretera eran más interesantes que cualquier cosa que
habíamos visto hasta ahora, o que podíamos volver a ver. Nuestro
campamento fue levantado en un lugar apartado en el borde del
río. Carrasco, el sargento enviado conmigo desde Cuzco, habló con un
arriero que vive cerca, un hombre llamado Melchor Arteaga, quien arrienda
la tierra donde estábamos acampando. El dijo que había ruinas en las
cercanías, y algunos de excelentes en un lugar llamado Machu Picchu en la
parte superior del precipicio cercano, y que también había ruinas
en Huayna Picchu, aún más inaccesibles, en la cima de un pico no muy
lejos de nuestro campamento.
Al día siguiente, a pesar de que estaba lloviznando, la
promesa de un sol (cincuenta centavos de oro) que se pagaría a él a la
vuelta de las ruinas, animó a Arteaga para guiarme arriba hasta
Machu Picchu. Dejé el campamento alrededor de las diez en punto, y
fui desde su casa cierta distancia aguas arriba. El valle es muy estrecho
con precipicios casi verticales de granito sólido en cada lado. En el
camino pasamos por una serpiente que había sido
recientemente matada. Arteaga no pudo dar ningún otro nombre por esta que "víbora",
que significa veneno, a diferencia de "culebra", o una
serpiente inofensiva.
Nuestro naturalista pasó el día
en el fondo del valle, recogiendo insectos; el cirujano ocupado en y acerca del
campamento, yo fui acompañado en esta excursión sólo por Carrasco y el guía
Arteaga. A las diez y cuarenta y cinco, después de haber dejado el camino y
sumergirnos por la selva a la orilla del río, llegamos a un puente
primitivo, hecho por cuatro troncos atados con lazos, extendiéndose y cruzando el rio a unos cuantos centímetros por encima de
los rugientes rápidos. En el otro lado tuvimos una
tremenda y dificultosa subida durante una hora y veinte minutos. Una buena parte
de la distancia lo pasé en mis manos y rodillas. El camino en muchos
lugares era una escalera primitiva, o escalera dura, en un primer
momento a través de la selva, y luego un precipitoso
inclinado cubierto de hierba. El calor era excesivo, pero la vista era
magnífica después de llegar por encima de la selva. Poco después del mediodía
llegamos a una choza donde varios indios de buen carácter nos recibieron
y nos dieron jarras llenas con agua fresca, deliciosa, y unos cuantos camotes
cocidos. Todo lo que pudimos ver fueron un par de chosas de paja y algunas cuantas
terrazas, con fachadas de piedra. Esta familia indígena había
elegido este nido de águila para su casa. Nos dijeron que había
mejores ruinas un poco más arriba.
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Nuestro guía Arteaga
cruzando el puente sobre el rio Urubamba
Nunca se sabe, en este país, si
este informe es digno de crédito. "Él puede haber estado mintiendo" es
una buena nota de pie que se pone en todas las evidencias basadas en rumores. En consecuencia,
no estábamos demasiado emocionados. Tampoco yo estaba en una prisa de moverme.
El agua estaba fresca, el banco de madera, cubierto con un poncho de lana,
parecía más confortable, y la vista era maravillosa. A ambos lados enormes precipicios caen abajo sobre las aguas
rugientes del rio Urubamba. En frente estaba el pico solitario
del Huayna Picchu, aparentemente inaccesible por todos lados. Detrás de
nosotros había alturas rocosas de acantilados impasables. Por un lado
de un precipicio, los indios habían hecho un camino peligroso,
que era su único medio de salida en la estación húmeda, cuando el puente sobre
el que habíamos pasado fuera arrastrado. De los otros
precipicios ya habíamos tenido experiencia. No nos sorprendíamos al oír a los
indios decir que sólo se iban de casa una vez al mes.
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Plantas
creciendo en la pared del precipicio en San Miguel
Dejando las chozas, subimos aún más arriba de
la cordillera. Alrededor de un leve promontorio el carácter de los
andenes de piedra comenzaron a mejorar, y de repente nos encontramos
en el laberinto de paredes grandes y pequeñas cubiertas de vegetación, las
ruinas de los edificios hechos de bloques de granito blanco, la mayoría
cuidadosamente cortados hermosamente bien encajados sin cemento. Sorpresa siguió otra
sorpresa hasta que llegó la conclusión de que estábamos en medio de unas
maravillosas ruinas como cualquier otra jamás se haya encontrado en el
Perú. Parecía casi increíble que esta ciudad, a sólo cinco días de
viaje desde el Cuzco, haber permanecido tanto tiempo sin
descripción y comparativamente desconocida. Sin
embargo, en la medida en que he sido capaz de descubrir, no hay ninguna
referencia en las crónicas españolas sobre Machu Picchu. Es muy posible
que ni siquiera los conquistadores jamás hayan visto este maravilloso lugar.
De algunos garabatos groseros en las piedras de un templo nos enteramos que
fue visitada en1902 por un Lizárraga, un arriero local. Tiene que haber sido
conocido mucho antes, porque, como hemos dicho anteriormente, Wiener, quien se encontraba en Ollantaytambo,
en la década de los 70, habla de haber oído hablar de las ruinas en un
lugar llamado “Matcho Picchu”, que no encontró.
Los indios que viven aquí dicen que han estado aquí por
cuatro años. Ellos han plantado maíz y vegetales entre
los escombros y en algunas de
las terrazas. Una o dos familias viven en los edificios antiguos en
los que se han construido techos. También hay tres cabañas de reciente
construcción. El clima parece ser excelente. Nos dimos cuenta de cultivos de olluco papa
blanca, maíz, caña de azúcar, frijol, chile, tomates, y una especie
de aguaymanto o capulí.
Viajeros como los grandes Castelnau,
el florido Wiener, y el pintoresco Marcou, que han ido al
norte de Cuzco hasta el río Urubamba y más allá, debieron de
evitar esta región, donde podrían haber
encontrado más interés. El Urubamba no es navegable incluso para las
canoas, en este punto, y está flanqueado por paredes tan verticales que viajar a lo
largo de sus orillas era imposible hasta hace algunos
años. Incluso intrépidos exploradores como
Castelnau se vieron obligados a dar un rodeo largo y seguir un sendero que los
llevaba pasar sobre nevados en los valles paralelos de
Occobamba y Yanatili. Así fue que el valle del Urubamba desde
Ollantaytambo hasta la plantación de azúcar de Huadquiña nos ofreció un
terreno virgen, y por lo mismo fue en esta misma región que los
Incas y sus predecesores le resultaba fácil vivir con seguridad. No sólo
encontraron aquí toda una variedad de climas, valles tan profundos como para
producir la preciosa coca, yuca, y plantaciones de los trópicos, y las
pendientes suficientemente altas como para ser adecuadas para el maíz y las
papas, con noches lo suficientemente frígidas como para congelar lo
último en la aprobada forma aborigen, sino también un lugar de refugio
prácticamente impenetrable.
Hace unos veinte años el gobierno
peruano, reconociendo las necesidades de los emprendedores hacendados
que estaban abriendo el valle inferior del río Urubamba, decidió
construir un camino para mulas a lo largo de las orillas del río. El
camino fue caro, pero ha permitido que la muy deseada coca y aguardiente sean
enviados mucho más rápido y barato que del Valle de Santa Ana hacia el
Cuzco, y se evita la necesidad de escalar los pases peligrosos con
nevada tan vívidamente descritos por Marcou y otros. Este nuevo
camino nos ha permitido descubrir que los incas - o sus predecesores - han
dejado aquí, en las hermosas tierras de Vilcabamba, testigos de piedra
de su antigua civilización más interesante y extensa que cualquier
otro encontrado desde los tiempos de los
conquistadores.
Es difícil describir a Machu Picchu. Las ruinas se
encuentran en una cresta que termina en un pico magnífico, en la parte
superior de las cuales se dice que son las ruinas de Huayna Picchu. Hay
precipicios a ambos lados, y un gran número de terrazas,
evidentemente para propósitos agrícolas. También hay acequias (cursos de agua
de piedra alineada), aunque en la actualidad es un poco difícil de ver de
dónde se llevó el agua. Hay tres pequeños manantiales aquí, pero los
indios no conocen de ninguna corriente de agua. Ya que debe haber tenido un considerable
suministro de agua para abastecer agua a los habitantes de un lugar
tan grande como Machu Picchu, es posible que un canal de riego fuera
llevado por muchas millas desde las montañas hasta algún punto desde el cual una
fuente inagotable de agua se pudo asegurar.
Indígenas del rio Chamana
Hay una bañera bien hecha, una fuente con algunos orificios, y un cuarto
para secarse con un asiento.El agua fue conducida a la
casa de baño a través de un canal de piedra, sobre un bloque de piedra bien cortado. En
la parte superior de la roca de granito gigante cerca de la casa de baño hay un edificio
semicircular, hecha de bloques de casi rectangulares, que contiene en el interior nichos bien
acabados. Debajo de tan grande roca hay una cueva forrada de piedra cuidadosamente labrada y
conteniendo nichos muy grandes, el mejor y más alto que nunca he visto. Hay muchas
escaleras hechas de bloques de granito. Una escalera se divide para permitir la
inserción de un drenaje colector para el agua. Esta escalera conduce a un
punto más alto de la cumbre, donde hay un lugar que he llamado la
Plaza Sagrada.
En el lado sur de esta plaza hay terrazas pircadas con
grandes bloques, al estilo de Sacsahuamán, y también alguna clase de
bastión, semicircular, las piedras casi rectangulares cuidadosamente cortadas, algo así
como los del conocido medio circular Templo del Sol, ahora el Monasterio de
los Dominicos en Cuzco. En el lado este de la Plaza Sagrada están las
paredes de un edificio rectangular, de veintinueve pies de largo y treintisiete
pies de ancho, que contiene nichos y los cilindros de proyección que de muchas
maneras se asemejan a los edificios de Choqquequirau. Tiene dos puertas del
lado hacia la plaza, pero sin ventanas.
Una ventana en el edificio semi circular
En el lado oeste es una estructura
notable, realmente megalítica, totalmente abierto en el lado de
la Plaza, y enteramente cerrada en los otros tres lados. Las medidas
interiores de este edificio son 25.9 x 21 pies. Como en el
caso de todos los otros edificios, el techo ha desaparecido. Está
hecha de bloques de granito blanco, dispuestos en niveles. Las
piedras en el nivel inferior son mucho más grandes que las de cualquiera de
los otros niveles. Un bloque del nivel inferior mide 9.6 pies de largo, y
otro, 10.2 pies y un tercero, 13.2 pies. Como se verán en las
fotografías, son considerablemente más altos que un hombre, y cerca de
2.8 pies de grueso. Los niveles superiores son de bloques casi rectangulares,
mucho más pequeños, pero con una precisión de corte indescriptible, y encajan
como cuando un tapón de vidrio se coloca en una botella. La característica distintiva
de este edificio es que los terminales de las paredes no son verticales,
pero proyectados en un ángulo obtuso. En el punto del ángulo la
piedra fue cortada, al parecer para admitir una gran viga de madera,
que probablemente se extendió a través del frente de la estructura hasta el
punto del ángulo en el otro extremo de la pared. Esto pudo
haber sido utilizado para sostener el techo, o para bajarla en
manera de partes, como un techo plegable. Este edificio se alinea con
pequeños nichos, bien alto fuera del alcance, y hecho con gran cuidado y
precisión. En el centro de la pared del fondo, y cerca del
piso, está la piedra más grande de todas, que mide 14.1 metros de
largo, y parece haber sido un asiento alto o un altar.
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Plano de Machu Picchu
Desde la Plaza Sagrada hay una magnífica vista a ambos
lados, hacia el norte una masa de gigantescas montañas cubiertas de
bosques, con picos coronados de nieve, y al sur con el ensanchado valle de
Urubamba, con el rio ondulante en su fondo, protegido a ambos lados por montañas
escarpadas. En la parte más alta de la cumbre hay una estructura
pequeña, cuidadosamente construida de bloques rectangulares, con nichos bien
hechos. Cerca de esto está una gran roca, tallada que se conoce como la
piedra Intihuatana, supuesta por algunos como un reloj
solar. Tiene escalones tallados en ella, y se encuentra en muy buen
estado de conservación.
Directamente debajo de la Plaza Sagrada las terrazas se
extienden hasta una gran plaza en forma de
herradura, evidentemente, una zona antigua de juegos, posiblemente un
campo agrícola. En el otro lado de esto hay muchas casas de menor
importancia, aunque bien construidas y contiguas entre sí. Muchas de las
casas son de construcción simple. Algunos tienen terminales de techos a
dos aguas. Casi todos tienen nichos. Algunos son de mano de
obra muy fina, tan finas como cualquier otra en el Cuzco.
El material utilizado es de granito casi uniformemente
blanco. El acabado es exquisito, y los bloques están ensamblados juntos con
una precisión que supera a la descripción. El trabajo es del mismo carácter que
despertó la maravilla de los conquistadores españoles. Algunas de las
estructuras son bien cuadradas, como los palacios de Cuzco. Otros tienen
nichos que se asemejan a los mejores de Ollantaytambo. Bloques cilíndricos de
piedra, que sobresalen de la pared, son comunes, tanto dentro como fuera de la
estructura. En general son más grandes y mucho más mejores que los
de Choqquequirau. En lugares las ruinas son casi laberintos. El plano da una
mejor idea de lo que puede ser expresado en palabras sobre la extensión y el
carácter de Machu Picchu.
En el lado norte de la Plaza
Sagrada hay otra estructura, algo parecido a lo descrito como del
lado oeste, en la que el lado de la plaza está completamente
abierto. Afuera del edificio hay piedras cilíndricas que sobresalen de la
pared. Enormes piedras fueron empleadas en el nivel inferior, como en
el edificio similar del lado oeste de la plaza, y sus extremos, es decir, los
extremos de las paredes laterales son seguidos en un ángulo obtuso, como
en la otra estructura. Similarmente, el punto del ángulo contiene un agujero cortado dentro
de la piedra, evidentemente, con la intención de permitir la admisión de una viga
de madera bien grande. A fin de apoyar esta viga, que se extendía de un
extremo del edificio al otro, un solo bloque fue levantado, a medio
camino entre los extremos, y destajado en la parte superior, a fin de permitir la viga, o los
extremos de dos vigas si fueron utilizados, para descansar sobre ella. Esta
estructura tiene una medición interna de 14.9 x 33.7 pies. Su característica más
llamativa es su fila de remarcables ventanas.
Tres ventanas grandes, de 3.1 metros de ancho y cerca de 4 pies de
alto, están puestas dentro de la pared del fondo, y miran hacia
afuera en una prospectiva magnífica de las montañas cubiertas de
selva. En ningún otro lugar del Perú he visto a un edificio
antiguo, cuya característica más notable sea la presencia de
tres grandes ventanas. ¿Puede ser que esta característica única que nos
ayude a resolver el enigma de esta maravillosa ciudad de granito
blanco?
Sir Clements Markham, en su reciente y valioso libro
sobre los incas del Perú, dedica un capítulo a una cosa mítica que fue
referida a todos los cronistas españoles por sus informantes nativos, que él
cree es la versión fabulosa de un acontecimiento histórico
distante. El fin de la primera civilización megalítica se afirma
que han sido causados por una gran invasión desde el sur, posiblemente por los
barbados de las pampas Argentinas. Todo el país se quebró en la anarquía
y el salvajismo retornó, iniciándose un período de barbarie
medieval. Un resto de la gente altamente civilizada se refugió en el
distrito llamado Tamputocco, donde algunos restos de la antigua civilización fueron
protegidos de los invasores por el carácter inaccesible del lugar. Aquí
los fugitivos se multiplicaron. Sus descendientes fueron más
civilizados y más poderosos que sus vecinos, que con el tiempo se
coronaron, y comenzaron a adquirir un mejor y más amplio territorio.
Cuenta la leyenda que de una colina con tres aberturas o
ventanas vinieron tres tribus. Estas tribus eventualmente se
establecieron en el Cuzco y fundaron el Imperio Inca. Tampu significa
"taberna" y toco "ventana".
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La ventana del medio del Templo de las Tres Ventanas
A los españoles les dijeron
que Tamputocco no estaba lejos del Cuzco, en un lugar llamado
Paccaritampu, pero el lugar exacto de Tamputocco es incierto. Hasta
el momento no se ha localizado ningún lugar que responda dicha
descripción. Me parece que hay una posibilidad de que el refugio de
estos fugitivos pre-inca fue aquí, en las montañas de Vilcabamba, y
que Machu Picchu es el Tamputocco original, aunque esto es contrario a la aceptada
ubicación.
Nichos en uno de los edificios más grandes
Ciertamente, esta región estuvo
bien equipada por la naturaleza para ser un refugio, sin duda, aquí
tenemos evidencias de la ocupación megalítica, y aquí en Machu Picchu es
una "taberna" con tres ventanas. Una vista tomada desde abajo de
este Templo de las Tres Ventanas hace que sea fácil sugerir que se
trataba de la cumbre con las tres aberturas o ventanas referidas en
el mítico del origen del imperio Inca. Puedo estar completamente
equivocado en esto, y tendré que esperar con interés el descubrimiento
de cualquier otro lugar que encaje muy bien con la descripción de Tamputocco,
desde donde vinieron los Incas.
Mientras tanto, parece probable
que Machu Picchu, descubierto mientras se buscaba la última capital de los Incas, fue la
primera, la capital desde la cual los Incas comenzaron aquella carrera
gloriosa del imperio que eventualmente abarcó una gran parte de
América del Sur.
"Se ama a un país conociéndolo y haciéndolo
conocer"
Traducido del Ingles∗ por Carol C Vera, Julio
2011
Compilado por Jesus Cabrera Zegarra, Julio
2011
∗ De la Revista Mensual Harpers, 1912. Colección
privada
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